Inflación y política de clase
Como señalaba Marx “En
economía política, la libre investigación científica tiene que
luchar con enemigos que otras ciencias no conocen. El carácter
especial de la materia investigada levanta contra ella las pasiones
más violentas, más mezquinas y más repugnantes que anidan en el
pecho humano” (1968: XV)1.
Los diagnósticos sobre la inflación así como las políticas para
combatirla son ejemplos de esta afirmación y las propuestas que se
presentan como técnicas son expresión de intereses de clase.
Un enfoque burgués
A los materialistas no
nos llama la atención que los asesores de empresas tengan la misma
receta para combatir la inflación, bajar los salarios. Una de las
manifestaciones más recientes de este punto de vista lo presentaron
G. Oddone, socio de la consultora CPA/Ferrere (involucrada en el caso
PLUNA) coincidiendo con De Brun, Presidente de la Asociación de
Bancos, en una mesa redonda convocada por ACDE el 30 de octubre de
2012.
Desde hace mucho tiempo
y en cualquier coyuntura, el economista P. Roselli. de la consultora
Deloitte en Radio El Espectador también propone bajar los
salarios, ya sea como medida contra la inflación, como para aumentar
el tipo de cambio. Para analizar con detalle este punto de vista se
puede leer en la Web de Radio El Espectador las entrevistas
del programa “En Perspectiva” del 15 de agosto de 2007 y
del 23 de mayo de 2012.
Es
posible otra política, con otro punto de vista de clase, que cargue
los costos sobre la burguesía y reduzca la plusvalía. En primer
lugar, con otro diagnóstico, que se ajuste a la realidad y no
encubra los intereses de los explotadores.
Se
puede empezar por tener en cuenta que los precios
de los alimentos que el Uruguay produce, exporta y también consume
fueron relativamente estables hasta el 2006. Desde ese momento
iniciaron una tendencia ascendente, que sólo se interrumpió
durante algunos meses del año 2009. Tomando como base el valor
promedio de 2006, hasta octubre de 2012, el Índice de Precios al
Consumo (IPC) aumentó un 54.4 %, y de las doce divisiones que
comprende, los Alimentos y Bebidas No alcohólicas aumentaron 79.7
%: sólo fueron superados por los de Educación con 83.3 % y le sigue
Vivienda con 68.3 %.
La Educación tiene una baja importancia relativa en la canasta
familiar, por lo tanto sus aumentos tienen bajo impacto; en
Vivienda hay dos componentes importantes, los alquileres indexados a
la URA, que aumenta por el menor de los índices de salarios y del
IPC, y la electricidad. Este último podría contribuir a la
reducción del IPC si se vuelve al plan “dos por uno”, a un
“tres por uno”, o se reduce el IVA que pagan los hogares.
Si los precios internacionales de la carne vacuna, los lácteos y el
trigo aumentan, la política macroeconómica permite que se
transmitan a los precios al consumo. Este impacto se amplifica si
aumenta el tipo de cambio. De modo que cuando la cotización del
dólar pasó de 20 a 22 pesos, el aumento se trasladó a los precios
de los bienes de consumo nacional como importado.
Pero,
cuando la cotización del dólar bajó a 20 pesos, los precios no
bajaron, dando una señal clara de que los mercados no son de
competencia, y que ningún vendedor, ya sea del industrial al
mayorista, este al minorista o el minorista al consumidor, precisan
bajar sus precios cuando bajan sus costos, y pueden aumentar sus
ganancias sin perder compradores.
Por
lo tanto aunque los salarios bajarán a la mitad y los trabajadores
no compraran un solo kilo de carne; los precios al consumo seguirán
cambiando con los precios internacionales y el tipo de cambio.
Paraninfo
de la Udelar, espacio de encuentros y debates.
Las
gestiones del Ministro Lorenzo
Cuando
el Ministro de Economía y Finanzas Fernando Lorenzo (PhD)
acordó con los supermercados una rebaja del 10 % del precio de
algunos productos y la congelación de otros hasta fin de año, la
buena noticia para la población implicó también otros mensajes
para la militancia política y la Facultad de Ciencias Económicas y
de Administración. Los militantes se podrán preguntar ¿los
precios se pueden bajar por negociaciones del Ministro? ¿La voluntad
política es más fuerte que las leyes del mercado? ¿Por qué no
vuelve a conversar y baja otro 10 %? En la Facultad de Ciencias
Económicas y Administración (FCEA) los estudiantes se preguntarán
¿Dónde entra un Ministro de Economía en las curvas de oferta y
demanda que fijan los precios en el mercado? No lo enseñan los
textos de las universidades norteamericanas.
El
Ministro ya había reconocido que los mercados no eran de
competencia cuando estableció que para que los consumidores
recibieran la reducción del 2 % de la tasa máxima del IVA debían
utilizar tarjeta de crédito o débito, tener una caja de ahorro y el
sueldo en un banco, aceptando que la reducción del impuesto no se
transmitiría a una reducción de los precios como ocurre en los
mercados de competencia. Sería más sencillo emitir una “Tarjeta
DGI” con el número de cédula de identidad, en cada compra
acreditar la devolución del impuesto y al fin de un año, si la
persona tiene saldo a favor, se le devuelve. Con este procedimiento
también se estimula el ahorro, se contrae el circulante, y se
reduce la demanda futura de crédito.
También
ahora el Ministro tuvo que recurrir a un procedimiento considerado
heterodoxo y muy parecido al que utiliza el Sr. Guillermo Moreno en
la Argentina. Es imposible saber el tono de su exposición ¿rogó,
pidió, sugirió, recomendó, exigió, amenazó? Es más fácil
hipotetizar sobre su argumentación tan convincente como exitosa; los
precios aumentaron con la cotización del dólar, lo que no fue
sucedido por el descenso de los primeros, cuando lo hizo la segunda y
por lo tanto las empresas podían bajar los precios y mantener una
rentabilidad alta.
La
alocución del Ministro tuvo más éxito que el instrumental
monetario utilizado hasta ese momento, como el aumento de la tasa de
interés y el control de la oferta monetaria, los topes al aumento
del gasto público y de los salarios. Para los que siguen las
políticas del Fondo Monetario Internacional en el mundo, este era un
fracaso anunciado.
Estabilización
de precios y transición al socialismo
Nos
acercamos al socialismo cuando se le quita el carácter de mercancía
a algunos medios de producción y se crean oportunidades de
sustituir la explotación por la cooperación.
Con
este enfoque una forma de estabilizar los precios sería la creación
de empresas que operen en el centro de las cadenas de producción de
alimentos, con un esquema similar al que se proyecta para PLUNA,
propiedad estatal de los medios de producción y gestión
participativa. Se lograría con un frigorífico, un molino de trigo y
una planta para envasar frutas y vegetales; la gestión estaría a
cargo de un directorio integrado por representantes de los
proveedores de la materia prima, los trabajadores, el comercio
minorista y el Estado. Regularían los precios articulando intereses
contradictorios y deberían tener prioridad en las compras públicas
desde los hospitales de ASSE hasta las cárceles, así como en las
negociaciones políticas para acceder a los mercados externos. La
demanda también se podría fortalecer asignando una cuota del
mercado interno como, por ejemplo, el monopolio de las ventas a
carnicerías y almacenes, o el estímulo a la demanda de estos
negocios mediante exoneraciones impositivas.
Los
recursos necesarios para financiar estas inversiones son fáciles de
obtener porque la deuda pública es baja con relación al
Producto Bruto Interno (PBI) y a las exportaciones; la oferta de
fondos en los mercados internacionales es abundante y barata, se
agrega el crédito de los proveedores de equipos y maquinarias,
tratando de vender en el contexto de la recesión del hemisferio
norte. Por lo tanto, la mejor opción para el Uruguay, es endeudarse
e invertir, en las empresas propuestas, en AFE, en instituciones
educativas, para entregar el uso de la tierra prometida en el
programa electoral, o para nuevos emprendimientos productivos.
2
Se cita la quinta edición del Fondo de Cultura Económica. La
primera edición en alemán del tomo I es de 1867
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