Categórico
triunfo de Michele Bachelet en elecciones internas
“Volver
a la democracia revolucionaria
del
Gobierno de Salvador Allende”
León
Cristalli
1º,
Julio, 2O13.-
Director
de la revista internacional
Conclusiones
Es
necesario tener en cuenta que los tres millones de votantes en
las elecciones internas de los partidos políticos concurrieron de
forma voluntaria porque con la nueva ley el voto no es
obligatorio. Los "analistas" del sistema creían que iba a
ir a votar solo 1,5 millón. La mayoría del pueblo
chileno no quiso arriesgar: aseguró el triunfo de Michelle
Bachelet desde ahora.
En
estas elecciones internas, dentro
de la “Concertación
Democrática”,
el candidato de la Democracia Cristiana (DC) obtuvo solo 8
% de los votos a la CD. El candidato Partido Radical
logro 5 %. Luego de M. Bachelet el postulante que logró más apoyo,
fue Andrés Velasco, con un 13 %. Velasco se presentó como
independiente, en la derecha de la Concertación. Fue el
Ministro de Hacienda en el Gobierno que condujo Bachelet,
una
responsabilidad negociada con la derecha democristiana. Fue firme
defensor de la economía neoliberal.
Por
primera vez en Chile votaron por decisión política propia 3
millones de chilen@s. El 72 % voto de este total, lo hizo por la
Coalición Nueva Mayoría (PS- PSD-PC). De ese caudal, el
75 % voto por Michele Bachelet,
porcentaje que está indicando lo
que se viene en Chile y desde Chile al mundo. La
derecha solo reunió el 28 % restante, tomando la totalidad de
votantes. Además se presentó dividida entre el UDI y “Renovación”
la corriente del Presidente S. Piñera, los que perdieron la
elección.-
Las
elecciones internas de Chile van a tener derivaciones
aplastantes para el sistema capitalista. Abre inmediatamente
algunos frentes políticos que debemos asumir como ejes de
campaña y lucha por volver
a la democracia revolucionaria del Gobierno de la Unidad Popular de
Salvador Allende.
La
derecha va a intentar rodear a Bachelet para imponerle que repita su
primer Gobierno: que el
curso de la economía no permite cambios radicales,
haciéndola intocable para “mantener
su estabilidad…, etcétera”.
Sebastian
Piñera ganó las elecciones nacionales de Chile – recordemos -
ayudado por la estupidez política de un sector de la izquierda.
Ahora, la derecha, el imperialismo, sus empresas trasnacionales,
van a presionar para intentar sujetar las manos del curso social,
para contenerlo desde adentro, proceso que electoralmente lo viene
expresando la compañera M. Bachelet.
Presión
que va a tensar las relaciones entre los partidos de la izquierda,
tensión que va a aparecer otra vez con el inefable Ominami (1),
cuya tarea no es la de luchar por el progreso desde
dentro de los organismos con que ya cuentan las masas chilenas, sino
fuera y en contra de estos. “Nuevas”
(¿?) propuestas de izquierda radical que terminan siempre apoyando,
siendo funcionales, a la derecha. Es decir, yendo
“programáticamente a fondo” pero sin política revolucionaria,
o junto a políticas que debilitan el frente de masas. En
Chile esto es importante porque existen sectores de la
población que antes fueron asimilados a la “dictablanda
del pinochetismo y su política populista conservadora”, como
analizamos en 1986.
La
lucha interna que se va a dar, - a la que no hay que temer -,
debe ser con política
de discusión de ideas, propuestas concretas a ser consideradas con
intervención de las masas, la vanguardia proletaria e
intelectual, con poder de decisión.
Michele
Bachelet va a enfrentar una elección casi caminando, sin agitarse,
de
taquito.
Al mismo tiempo, portando una contradicción que puede
transformarse en antagónica sino avanza en medios concretos
de aplicación de los cambios de fondo, por ejemplo, en educación,
salud, vivienda, las AFP (Afaps,
en Uruguay), el crédito a pequeñas, medianas empresas,
cooperativas del campo y la ciudad, junto al gran tema del Cobre y la
relación con el capital externo, las trasnacionales, la Alianza
del Pacifico
(vía un Alca,
disimulado)
tanto como frente a la necesidad de la Integración Regional, no
solo en lo económico, vía Mercosur,
sino en el Alba,
el Banco del Sur, y políticamente, con Unasur,
el Celac,
etcétera.
Es
importante desde ya organizar reuniones, encuentros, avanzar
en la discusión con los compañeros comunistas, socialistas, la
izquierda democratacristiana, los movimientos sociales.
Fundamentalmente,
en el campo social, con el Movimiento estudiantil el que debe ser
integrado a la campaña electoral de M. Bachelet como Punto
Programático, sin duda alguna, por el derecho a la educación
libre, gratuita, laica.- Sin
caer en el seguidismo,
como tampoco en el oportunismo.
El
triunfalismo es una maniobra de la derecha para desactivar la
intervención social de las masas. En cambio, construir desde abajo,
el derecho de ejercer poder de decisión. La compañera M. Bachelet
deberá girar su discurso electoral en salud y
educación. Debe ingresar al nuevo Gobierno en la alfombra
de instrumentos que resultan vitales para la vida de la población,
en
particular, la juventud.
Saludamos
el progreso del pueblo chileno. Se muestra que aún con la
existencia de una parte de la dictadura sobreviviente en
el aparato del Estado, en el Gobierno de Sebastián Piñera, en
las FFAA, las masas son capaces de imponerles derrotas,
creando, reorganizando el músculo potente de la lucha
por el socialismo.
Lejos,
muy lejos de la realidad objetiva, los Ominami sacan conclusiones al
revés: esperaban que la participación en las elecciones internas
fuera menor, para así darle “chance” a su candidatura. La
derecha se concentró en sus candidatos, le dio todo el
poder mediático, tratando de mimetizarse con las necesidades de las
masas. No olvidemos a Augusto Pinochet construyendo complejos
habitacionales, cediendo créditos a pequeños y medianos
propietarios del campo, etcétera. Mientras, en lo central,
sostenía una renta financiera que favorecía a las empresas
trasnacionales en la propiedad de la economía.
Está
muy cerca y presente la política
compenetrativa
conducida por Henrique Capriles en Venezuela, cuando para intentar
derrotar al camarada Nicolás Maduro,
se
mimetizo con la figura de Hugo Chávez, a quien aborreció, y en su
estructura imperialista, festejo su muerte.
No
puede haber confusión. Deben dejarse de lado los protagonismos de
toda estirpe. Llamamos a no jugar el papel de la última elección
que terminó encumbrando a S. Piñera, más allá de que la derecha
de la DC terminó votando a Piñera en la II ª vuelta.
No
se debería reiterar, aunque ahora con infinito menor porcentaje
de votos concretos, el papel de Ominami - u otro compañero - para
ser, finalmente, una carta de la derecha, más allá de sus
“intenciones” o discursos, tanto de Ominami como de los que
integrarán sus listas como candidatos.
El
pueblo de Chile – creemos - sabe extraer conclusiones, aprender de
los errores o limitaciones de sus direcciones. Por eso Bachelet no
debe ni puede aspirar a realizar un Gobierno en las mismas
condiciones o con similares limitaciones de su primer Gobierno.
Lo
que marca la fase de esta etapa luminosamente revolucionaria de
América latina se expresa – tenemos que aprender - como hace en
Argentina la compañera Cristina Fernández, y Dilma Roussef en
Brasil, profundizado su política, apoyándose en las masas
trabajadoras, luchando contra las estructuras del sistema, los
poderes fácticos, una Justicia oligárquica, las empresas
trasnacionales, entre otras, las del deporte. Por eso es necesario
apoyar el Plebiscito en Brasil, tanto como al Frente Por la Victoria
(FPV) de Argentina.
Debemos
ayudar a Michele Bachelet desde ya, con la intervención del pueblo,
los estudiantes, campesinos medianos y pequeños propietarios, los
peones del campo, obreros, empleados de fábricas, del
comercio. M. Bachelet debe arribar a ganar el Gobierno
como parte del nuevo
Chile en construcción, formando parte de la Transición que
recorre el planeta, desde Brasil a Egipto, Venezuela a Rusia de base
soviética. El Gobierno que asuma la compañera M. Bachelet debe ser
la síntesis, en lo histórico y estructural: “volver
a la democracia revolucionaria
del
Gobierno de la Unidad Popular de Salvador Allende.”
1º
de julio de 2013
León
Cristalli
Director
de la revista Internacional
“Conclusiones”
aparte de cobardes,estos troskos revisionistas son imbeciles, es que no vieron como termino allende con su "socialismo democratico"? pues yo se los recuerdo por si no lo saben pequeñoburgueses de mierda,muerto y chilebcon una dictadura,no sean idiotas troskos,creen que la burguesia se va a dejar sacar a las buenas del poder? Ingenuos,pero igual a ustedes que les da el proletariado si son burgueses igual que ellos perros traidores.
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