Ponencia
del POR en el XVII Seminario del PT de México
El
internacionalismo de Chávez y el modelo de desarrollo del Uruguay
No
es posible hablar del proceso transformador que vive el Uruguay desde
que asumió el primer gobierno del Frente Amplio en 2005 sin valorar
en su total dimensión el papel que jugó el Presidente Chávez y el
gobierno Venezolano en el sostén y desarrollo de nuestros gobiernos
de izquierda.
En
el año 2005 el país venía de una crisis financiera, económica y
social profunda.
Crisis
bancaria con quiebra de varios bancos privados sumado a grandes fugas
de capitales. En el segundo año de gobierno del FA problemas en uno
de los bancos cooperativos del país llevó a que el Banco Nacional
de Desarrollo de Venezuela (BANDES) saliera al rescate de éste
adquiriendo sus activos por unos U$S 10 millones evitando así una
nueva crisis bancaria.
La
deuda externa significaba un alto porcentaje del PBI, con
vencimientos de deuda por miles de millones de dólares en plazos
acotados lo que llevaba al país a un posible default de no
reestructurarse la deuda.
La
falta de liquidez en el Estado dificultaba la adquisición de
cualquier tipo de bienes, inclusive los más elementales para el
funcionamiento de una nación, como ser petróleo.
Venezuela
vendió su petróleo a Uruguay, financió el 25% de las compras de
crudo que hacía Ancap a 15 años con una tasa más que ventajosa del
2% anual.
Entre las inversiones y donaciones más
importantes del gobierno de Chávez se encuentran unos US$ 20
millones no reembolsables para la remodelación del Hospital de
Clínicas, US$ 500.000 para la construcción de un centro cívico en
el pueblo Bolívar en Canelones y la compra de miles de casas
prefabricadas de la empresa uruguaya Umissa.
Destinó US$ 4 millones para
reflotar fábricas quebradas en su momento por causa del
neoliberalismo, hoy son empresas gestionadas por sus trabajadores. En
algunos casos también comprando parte de su producción.
Al analizar la obra de Chávez no debemos
quedarnos con la idea abstracta que su apoyo a otros gobiernos y
pueblos de Latinoamérica y el mundo se debía únicamente a su gran
solidaridad, qué sí la tenía. Chávez era un socialista, pero
ante todo un internacionalista, consciente que no debía cometer los
mismos errores que llevaron a países como Rusia y los del este
europeo a quedarse encerrado en sus propias fronteras. La
imposibilidad del desarrollo del socialismo en un solo país como lo
había previsto Trotsky en la primera parte del siglo XX en aquella
polémica con Stalin, era una certeza sobre la cual el comandante
sustentaba su política integracionista.
Por tal motivo no solo trabajó para que
las fuerza de izquierda llegaran al gobierno en sus respectivos país
y luego ayudarlos a sostenerse, también tuvo la visión estratégica
de la necesidad imperiosa de crear instrumentos políticos para la
integración en el continente como lo son el ALBA, UNASUR y la
reciente CELAC u otros como el Banco del SUR y TELESUR que
significaron una alternativas a los instrumentos del sistema como CNN
y el FMI.
Hoy América Latina ya no es la misma por
la cual cabalgaba libremente el neoliberalismo en 1998 cuando ganó
las elecciones por primera vez en Venezuela Hugo Chávez. En la
mayoría de los países hoy gobiernan sectores de izquierda con
fuertes vínculos con organizaciones sociales de masas.
El
Uruguay está recorriendo el cuarto año del segundo gobierno de la
izquierda y el desafío del Frente
Amplio vuelve ha ser colocado en similares términos que hace más
de 8 años, aunque en una etapa distinta tanto nacional como regional
y mundial. Proceso que exige nuevas respuestas para no quedar
rezagado, tanto de las demandas sociales internas como del
contexto latinoamericano.
Aunque
hoy en el centro del debate aparezca la estrategia económica, la
crisis expuesta en el seno del Gobierno nacional de Uruguay tiene su
fundamento en que resulta insostenible socialmente para esta etapa el
modelo de desarrollo implantado desde 1º de marzo del 2005 cuando se
cedió la conducción del Ministerio de Economía y Finanzas a
sectores cercanos a la socialdemocracia liderados por el vice
presidente Danilo Astori. Fue la política que adoptó el Frente
Amplio para brindar garantías, tanto externas como internas que se
iba ha preservar el sistema capitalista en forma poco menos que
intocada en su esencia. El “Uruguay de primera” prometido, pasaba
y pasa aún, por fomentar condiciones óptimas posibles para el
desarrollo de las fuerzas productivas, sin variar la estructura del
país, incluida la institucional, que por ejemplo condujo al Frente
Amplio a desconocer la convocatoria a una Convención Constituyente
resuelta en el último congreso.
La
buscada unanimidad detrás de la hegemónica conducción de la
economía nacional hoy por hoy resulta socialmente y económicamente
insostenible. No ha sido el impuesto a las grandes extensiones
(ICIR), ni su anulación, lo que destapa las diferencias. La
economía nacional, abierta a la inversión trasnacional y la
exportación de commodities condujo a que la bonanza de los menos
se siga sosteniendo en la explotación del trabajo de la inmensa
mayoría. Explotación un poco menos alevosa desde los consejos de
salarios y leyes que dieron mayores derechos a los trabajadores para
organizarse instaurados por el gobierno de Tabaré Vázquez.
El
sinceramiento del Frente Amplio viene además acompañado,
estimulado, por los éxitos del proceso de transformaciones que
vive la región, como ha sido la contundente re elección de Rafael
Correa en el Ecuador. Es por esta razón junto al sostén social
interno condicionado, que la crisis del Gobierno nacional y del
Frente Amplio no significa un retroceso, no es una crisis de
desbando o descomposición ni tampoco brinda facilidades a una
derecha política que vacila en construir un solo partido rosado,
o morir igual, con los ojos abiertos.
La
búsqueda del buen capitalismo, socialmente distributivo, va a
permanecer por ahora en las estructuras de conducción de la
izquierda sostenidos en el temor a saltos en el vacío tanto como
en el conservadorismo y buen
pasar de una parte de la base
social y electoral del Frente Amplio.
El
Estado no puede seguir ausente de intervenir en el comercio exterior
de importación o exportación ni rechazar por mas tiempo la
necesaria organización de Entes Testigos que elaboren y ofrezcan
alimentos básicos para enfrentar el traslado automático de costos
mundiales junto a la especulación inflacionaria promovida desde
las grandes extensiones o supermercados.
La
central de trabajadores tiene una función social, de clase, esencial
a jugar en la definición y resolución de la crisis política
vigente. No debería mantenerse ausente por más tiempo. Se pone en
debate el programa de la central obrera y el del V º Congreso del
Frente Amplio, abandonado en su esencia, por ahora, aumentado los
riesgos de profundizar el descrédito, el pasar del apoyo crítico a
otras formas de prescindencia o abstención.
No existe otra alternativa que avanzar hacia una estrategia política que cuestione el actual modelo de desarrollo basado exclusivamente en el capital privado, sobre todo, extranjero.
No existe otra alternativa que avanzar hacia una estrategia política que cuestione el actual modelo de desarrollo basado exclusivamente en el capital privado, sobre todo, extranjero.
Montevideo,
marzo de 2013.
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