"El Socialismo es una necesidad de la organización de la vida"
J.Posadas

jueves, 4 de abril de 2013

El internacionalismo de Chávez y el modelo de desarrollo del Uruguay


Ponencia del POR en el XVII Seminario del PT de México
El internacionalismo de Chávez y el modelo de desarrollo del Uruguay

No es posible hablar del proceso transformador que vive el Uruguay desde que asumió el primer gobierno del Frente Amplio en 2005 sin valorar en su total dimensión el papel que jugó el Presidente Chávez y el gobierno Venezolano en el sostén y desarrollo de nuestros gobiernos de izquierda.
En el año 2005 el país venía de una crisis financiera, económica y social profunda.
Crisis bancaria con quiebra de varios bancos privados sumado a grandes fugas de capitales. En el segundo año de gobierno del FA problemas en uno de los bancos cooperativos del país llevó a que el Banco Nacional de Desarrollo de Venezuela (BANDES) saliera al rescate de éste adquiriendo sus activos por unos U$S 10 millones evitando así una nueva crisis bancaria.
La deuda externa significaba un alto porcentaje del PBI, con vencimientos de deuda por miles de millones de dólares en plazos acotados lo que llevaba al país a un posible default de no reestructurarse la deuda.
La falta de liquidez en el Estado dificultaba la adquisición de cualquier tipo de bienes, inclusive los más elementales para el funcionamiento de una nación, como ser petróleo.
Venezuela vendió su petróleo a Uruguay, financió el 25% de las compras de crudo que hacía Ancap a 15 años con una tasa más que ventajosa del 2% anual.
Entre las inversiones y donaciones más importantes del gobierno de Chávez se encuentran unos US$ 20 millones no reembolsables para la remodelación del Hospital de Clínicas, US$ 500.000 para la construcción de un centro cívico en el pueblo Bolívar en Canelones y la compra de miles de casas prefabricadas de la empresa uruguaya Umissa. Destinó US$ 4 millones para reflotar fábricas quebradas en su momento por causa del neoliberalismo, hoy son empresas gestionadas por sus trabajadores. En algunos casos también comprando parte de su producción.
Al analizar la obra de Chávez no debemos quedarnos con la idea abstracta que su apoyo a otros gobiernos y pueblos de Latinoamérica y el mundo se debía únicamente a su gran solidaridad, qué sí la tenía. Chávez era un socialista, pero ante todo un internacionalista, consciente que no debía cometer los mismos errores que llevaron a países como Rusia y los del este europeo a quedarse encerrado en sus propias fronteras. La imposibilidad del desarrollo del socialismo en un solo país como lo había previsto Trotsky en la primera parte del siglo XX en aquella polémica con Stalin, era una certeza sobre la cual el comandante sustentaba su política integracionista.
Por tal motivo no solo trabajó para que las fuerza de izquierda llegaran al gobierno en sus respectivos país y luego ayudarlos a sostenerse, también tuvo la visión estratégica de la necesidad imperiosa de crear instrumentos políticos para la integración en el continente como lo son el ALBA, UNASUR y la reciente CELAC u otros como el Banco del SUR y TELESUR que significaron una alternativas a los instrumentos del sistema como CNN y el FMI.

Hoy América Latina ya no es la misma por la cual cabalgaba libremente el neoliberalismo en 1998 cuando ganó las elecciones por primera vez en Venezuela Hugo Chávez. En la mayoría de los países hoy gobiernan sectores de izquierda con fuertes vínculos con organizaciones sociales de masas.
El Uruguay está recorriendo el cuarto año del segundo gobierno de la izquierda y el desafío del Frente Amplio vuelve ha ser colocado en similares términos que hace más de 8 años, aunque en una etapa distinta tanto nacional como regional y mundial. Proceso que exige nuevas respuestas para no quedar rezagado, tanto de las demandas sociales internas como del contexto latinoamericano.
Aunque hoy en el centro del debate aparezca la estrategia económica, la crisis expuesta en el seno del Gobierno nacional de Uruguay tiene su fundamento en que resulta insostenible socialmente para esta etapa el modelo de desarrollo implantado desde 1º de marzo del 2005 cuando se cedió la conducción del Ministerio de Economía y Finanzas a sectores cercanos a la socialdemocracia liderados por el vice presidente Danilo Astori. Fue la política que adoptó el Frente Amplio para brindar garantías, tanto externas como internas que se iba ha preservar el sistema capitalista en forma poco menos que intocada en su esencia. El “Uruguay de primera” prometido, pasaba y pasa aún, por fomentar condiciones óptimas posibles para el desarrollo de las fuerzas productivas, sin variar la estructura del país, incluida la institucional, que por ejemplo condujo al Frente Amplio a desconocer la convocatoria a una Convención Constituyente resuelta en el último congreso.
La buscada unanimidad detrás de la hegemónica conducción de la economía nacional hoy por hoy resulta socialmente y económicamente insostenible. No ha sido el impuesto a las grandes extensiones (ICIR), ni su anulación, lo que destapa las diferencias. La economía nacional, abierta a la inversión trasnacional y la exportación de commodities condujo a que la bonanza de los menos se siga sosteniendo en la explotación del trabajo de la inmensa mayoría. Explotación un poco menos alevosa desde los consejos de salarios y leyes que dieron mayores derechos a los trabajadores para organizarse instaurados por el gobierno de Tabaré Vázquez.
El sinceramiento del Frente Amplio viene además acompañado, estimulado, por los éxitos del proceso de transformaciones que vive la región, como ha sido la contundente re elección de Rafael Correa en el Ecuador. Es por esta razón junto al sostén social interno condicionado, que la crisis del Gobierno nacional y del Frente Amplio no significa un retroceso, no es una crisis de desbando o descomposición ni tampoco brinda facilidades a una derecha política que vacila en construir un solo partido rosado, o morir igual, con los ojos abiertos.
La búsqueda del buen capitalismo, socialmente distributivo, va a permanecer por ahora en las estructuras de conducción de la izquierda sostenidos en el temor a saltos en el vacío tanto como en el conservadorismo y buen pasar de una parte de la base social y electoral del Frente Amplio.
El Estado no puede seguir ausente de intervenir en el comercio exterior de importación o exportación ni rechazar por mas tiempo la necesaria organización de Entes Testigos que elaboren y ofrezcan alimentos básicos para enfrentar el traslado automático de costos mundiales junto a la especulación inflacionaria promovida desde las grandes extensiones o supermercados.
La central de trabajadores tiene una función social, de clase, esencial a jugar en la definición y resolución de la crisis política vigente. No debería mantenerse ausente por más tiempo. Se pone en debate el programa de la central obrera y el del V º Congreso del Frente Amplio, abandonado en su esencia, por ahora, aumentado los riesgos de profundizar el descrédito, el pasar del apoyo crítico a otras formas de prescindencia o abstención.

No existe otra alternativa que avanzar hacia una estrategia política que cuestione el actual modelo de desarrollo basado exclusivamente en el capital privado, sobre todo, extranjero.




Montevideo, marzo de 2013.




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