Análisis
exclusivo de su Director
Elecciones en
Venezuela Bolivariana:
EL TRIUNFO DE
NICOLÁS MADURO, PRIMER PRESIDENTE OBRERO, SOCIALMENTE PROFUNDIZARÁ
EL SOCIALISMO EN VENEZUELA
15 de abril de 2013
León Cristalli
El triunfo electoral
para la Presidencia de la República Bolivariana de Venezuela del
camarada Nicolás Maduro, con el 50.66 % de votos, vino sembrado
de un enorme esfuerzo social. Esta es la primera conclusión que se
debe extraer de este curso revolucionario. La desaparición física
del camarada Hugo Chávez, más allá del humano, natural y necesario
dolor de la pérdida, planteó un problema esencial para la
afirmación de un curso que se inició en la forma el 4F de 1992 con
la rebelión nacionalista revolucionaria de Hugo Chávez y los
Bolivarianos contra el neoliberalismo y el “Consenso de Washington”
que aplicaba el socialdemócrata Carlos Andrés Pérez.
Esto que viene
sucediendo en Venezuela es la superación del vacío que quedó en
la construcción del Partido de la Revolución Socialista: poder
sostenerse por sobre la pérdida de la autoridad política y humana
que ejercía el camarada Hugo Chávez que - que como nos muestra la
historia de la lucha de clases -, le asigna cualidad y calidad “al
papel del individuo en la historia” (Jorge Plejanov)
Todo el proceso se
concentró en la elección de 14 de abril (14A) en Venezuela,
dibujando un nuevo mapa político que fue traspolando parte de la
crisis que - en el proceso de construcción del partido único de la
revolución -, significo, significa, la desaparición de Hugo
Chávez. Aquello que era sostenido, aunque no superado, por su
enorme autoridad social, apareció disgregando a sectores débiles,
vacilantes, o incluso “enchufados” en el campo revolucionario
chavista, que se sumaron al enemigo, desde el campo de
Henrique Capriles.
Capriles les ofreció perspectiva de vida
sosteniendo parte del programa general del curso bolivariano, aunque,
de fondo, solo preparando el entierro de la revolución, la
vuelta a un pasado vergonzante, privatizador, que negaría todo el
progreso alcanzado, tanto en la política interna como en la
exterior de alianza de Estados con Gobiernos nacionales, populares y
revolucionarios.
Sin embargo, lejos de
cerrarse un ciclo en Venezuela con esta elección - como intenta
desesperadamente hacer aparecer la derecha capitalista, interna y
externa -, lo que se ha abierto es una profundización necesaria del
proceso revolucionario. Curso que J. Posadas (1912-1981) analizó
sería el desarrollo político revolucionario en las próximas fases
de la etapa de “transición” de procesos sociales y Estados,
producto, desigual y combinado, de la crisis final del sistema
capitalista.
La importancia de
incorporar esta previsión política y social histórica, está en
que en base al marxismo revolucionario y la concepción leninista
del curso de la lucha de clases, Posadas pudo prever, 20 años
antes, la aparición de un “Chávez en Venezuela” (ver texto
de J. Posadas, de 1979, acerca de la “Carta abierta de los 500
Intelectuales en Venezuela”). Análisis que formaba parte de
lo que calificó como el curso histórico del “Nacionalismo al
Estado Obrero”, con características propias a cada país, pero a
su vez, con una raíz común dentro de la lucha mundial de clases.
Una condición de lo
que no puede escapar ningún proceso nacional porque siendo la
economía capitalista mundialmente globalizada, a su vez, también lo
es la lucha de los pueblos por su emancipación económica, social y
política: el socialismo que planteó el camarada Hugo Chávez
está absolutamente vigente en este triunfo electoral de Nicolás
Maduro el que es muchísimo más que el 51 % electoral, porque
socialmente representa al 70 % de la población que produce.
SIN CHÁVEZ, el 51 %
ELECTORAL, CONCENTRA EL PODER DE LA CLASE TRABAJADORA
La muerte de Hugo
Chávez planteó - nos planteó -, una condición tan nueva como
contradictoria al interior del proceso revolucionario bolivariano.
Esto definió que esta elección del 14 de abril del año 2013 haya
sido una elección de clase, definida socialmente entre la
gran masa del pueblo venezolano frente a los sectores que vegetan,
que conviven con cualquier situación, mientras pueda favorecer
su condición de clase media, alta o baja, junto al atraso de
sectores clientelares que no cuentan con proyección social propia,
sino que sobreviven con el asistencialismo.
El socialismo del Siglo
XXI quedaba, entonces, al desnudo, sin su líder, eje político y
social, el camarada Chávez. Esta desaparición significaba un
revalúo interior de las fuerzas que el mismo Hugo Chávez sostenía
en unidad, por sobre los intereses de distintos sectores y factores
que hacen a la constitución del Gobierno revolucionario.
Esta elección, en
nuestra opinión, al mismo tiempo que genera una crisis en el eje
político,, lo obliga a intervenir monolíticamente
centralizado, como que también abre puertas, ventanas, libera
espacios, para avanzar sobre los mismos planteamientos que Hugo
Chávez nos deja al interior de la alianza política, definiendo el
sentido de clase de esta lucha, la que ahora asume, desde el
Gobierno Nacional de Venezuela con el camarada Nicolás Maduro, una
trascendencia central para todo el curso de II ª Independencia e
Integración Regional.
En análisis y
concepción materialista dialéctica de la existencia y cursos
sociales, la “crisis” es parte inherente al desarrollo. Es que el
mimetizado neo chavismo reformista del candidato derrotado,
Capriles, se asemeja a necesidades de aquellos que desde el mismo
aparato del Estado, parte social política en que se apoyó,
hasta y por ahora, el chavismo revolucionario, se
sintieron liberados de la enorme autoridad que Hugo Chávez
ejercía. Son los que protagonizaban sibilinamente en vida
deHugo Chávez: “el chavismo sin Chávez”, porque Chávez
era una molestia, con su política de profundizar la intervención
directa del pueblo en la conducción del Gobierno y desenvolvía una
lucha cada vez más frontal contra el burocratismo y la
corrupción, herencia no liquidada, no solo del “puntofijismo”
de 45 años, sino inherente al mismo sistema capitalista, a la
burguesía “chavista”, o los “boliburgueses”, que hacen
ganancias mimetizados con el Gobierno revolucionario.
Ahora, esta elección,
abre las puertas, ventanas, despeja el cielo mostrando dónde están
parados los actores. Aunque no lo reconozca públicamente el
candidato Capriles hizo acuerdos por debajo de la mesa, tanto como
socialmente ofreció, abrió su política a una parte de la sociedad
media, a estos sectores, garantizándoles la continuidad de sus
“negocios”, de la corrupción, el burocratismo. Cómo también
se apoyó en la masa critica de la población que ha venido viviendo
problemas no resueltos, dificultades a las que Chávez estaba
enfrentando diariamente: la ineficiencia del aparato del Estado, la
corrupción y el amiguismo, que esconden una debilidad puertas
adentro del propio Gobierno. Hugo Chávez lo venía combatiendo
tanto como llamando a asumir las responsabilidades de la conducción
del proceso nacionalista revolucionario, proceso que ha avanzado al
socialismo en construcción.
El 9 de marzo de 1992
escribimos y publicamos el documento: “El levantamiento militar
del 4 de Febrero (4F) y el proceso ininterrumpido de la revolución
latinoamericana” (1),
texto que en breve reseña afirmaba “el sistema capitalista
en su conjunto tembló en todo mundo, especialmente en
Latinoamérica, con el levantamiento militar del 4F en Venezuela. El
olfato de clase explotadora sintió que detrás de la acción del
llamado Movimiento Militar Bolivariano se expresaba una realidad
explosiva y revolucionaria, no solo de las masas venezolanas sino de
toda Latinoamérica. Si el intento de golpe triunfaba hubiera habido
una Guerra Civil.
Análisis
inmediato que se apoyó en el pensamiento de J. Posadas acerca de la
perspectiva del curso de la historia de la humanidad y la función de
la lucha de clases, en este tiempo y espacio. Método que nos
permitió comprender el curso que se desenvolvía al interior del
proceso social y político. Al mismo tiempo, quedar en soledad de
cara a las posiciones de la seudo izquierda, incluso de camaradas de
Gobiernos revolucionarios que no solo que no interpretaron el fondo
de la cuestión sino que saludaron “el triunfo de la democracia”
del socialdemócrata Carlos Andrés Pérez.
Por
esta posición política, por el apoyo sin vueltas a Hugo Chávez,
fuimos denigrados por seudo “filósofos” revolucionarios de
pacotilla, como diría el camarada Fidel Castro, los mismos que
luego se subieron dinámicamente al portaviones que era Chávez, el
MBR.200, el V ª República, el actual PSUV, cambiando el ropaje,
pasando, como el Foro de San Pablo (FSP), que impido hablar al
Comandante H. Chávez en la reunión de El Salvador (1996) quedando
los posadistas en minoría con nuestra propuesta y lucha por
darle la palabra a quién sería, en poco tiempo, muy a pesar de
muchos de los camaleones de la política, los que mimetizados se
volverían “chavistas” de papel y “franela”, como
dice el pueblo venezolano, un líder indiscutible del proceso de
cambios revolucionarios, no solo de Venezuela sino de América
Latina.
En este primer,
apretado primer análisis, a horas de los resultados electorales y
del triunfo de Nicolás Maduro y del Comandante Hugo Chávez
en la historia, queremos “poner puntos sobre la íes” como
dice el pueblo, la clase obrera, los trabajadores, de todos los
factores que hacen a la economía de los países. Apoyándonos
positiva y revolucionariamente en la experiencia que deja esta
desigual lucha entre la necesidad y los medios de construcción.
El triunfo inobjetable
de Nicolás Maduro está apoyado en una masa crítica
absolutamente revolucionaria dispuesta ha ir mucho más a fondo en
el curso socialista del país, sin dejar de ser crítica a las
necesidades que plantea el curso revolucionario y el papel de las
direcciones, en particular las direcciones medias y bajas, y al
papel del Estado, el que deberá transformarse en Estado
revolucionario de transición social.
No existe, en ese
sentido, un retroceso de la revolución por el “aumento de
votos de Capriles”, sino una división de aguas al interior del
chavismo político, en general, clarificando
dónde se encuentra parado cada sector de la sociedad. Tanto como de
aquellos que venían protagonizando “el chavismo sin Chávez”
en vida del camarada y “hoy saltan la talanquera”
(tranquera) y votan a Capriles que creen un reaseguro de su
bienestar económico y social. Expresión concreta, en primer
término, del rol del Partido Único de la Revolución Socialista,
con amplia y profunda democracia revolucionaria interior, derecho a
tendencia y publicación. En segundo término, esta es una necesidad
objetiva, no superficial o personal burocrática, y/o stalinista,
de la construcción de los organismos de masas, sino para poder
centralizar todas las fuerzas de la sociedad dentro del curso
revolucionario, antiimperialista, que avanza desde un Estado
Socialmente Revolucionario, a la Construcción del Socialismo.
Las Misiones,
como el papel democrático con poder resolutivo en la vida del país,
de las Comunas, serán decisivas en esta etapa fundamental.
También la necesidad de construir una dirección sindical que esté
a la altura de esta etapa de la revolución. La clase trabajadora
tiene poder en la medida que es parte central del proceso productivo,
que genera el PBI, la Renta Nacional, como el soviet que controla el
aparato del Estado, sus ministerios , en cómo se aplica el Plan
Político y Económico. Existe una imprescindible unidad de clase
entre los organismos independientes de la clase trabajadora,
Sindicatos, Federaciones, Comisiones internas, delegados, la Central
Única de Trabajadores, los Movimientos Sociales, y el Estado
revolucionario.
Nada se superpone sino
que se complementan entre sí, garantía de sostenimiento social del
curso político. El camarada Hugo Chávez lo comprendió y luchó
por implementarlo aplicando la misma Constitución de la V ª
República, y finalmente el Plan Patria (2)
- en nuestra opinión – el que deberá ser defendido
tanto como aplicado, herramienta del progreso de Venezuela y el
área latinoamericana.
Nosotros proponemos la
necesidad de defender el progreso, la Constitución de la V ª
República, profundizándola. La única y cierta manera de
hacerlo es sacándose de encima vicios que han perdurado - a pesar
de la lucha del camarada Hugo Chávez -, en el aparato del Estado. El
viejo Estado burgués, con capacidad para empantanar y desviar todo
elemento del progreso político de la revolución socialista
bolivariana.
Como afirmó Chávez
alguna vez: “Vivimos en el sistema capitalista, no lo hemos
podido cambiar aún…”. El sistema cuenta con leyes escritas,
constitucionales, que interfieren e intervienen en los procesos de
transformación social. Ahora, las más peligrosas son las leyes no
escritas, las establecidas por una capa de conducción del Estado
y la política en general, acostumbradas a vivir dentro del
burocratismo y la corrupción, generando una masa crítica que,
aunque no se exprese votando negativamente, se abstiene de votar.
Dentro de ese 22 % que no votó, la inmensa mayoría - fuera de
otros imponderables- , han sido perdidos por el chavismo,
porque por la derecha, el puntofijismo, el “Consenso de
Washington”, etcétera, votaron hasta los enfermos terminales,
como lo vimos en otras elecciones en Venezuela, llevados en camilla
o sillas de ruedas.
Este
sector que está aún vivo en el aparato del Estado administrativo y
político de la revolución, se ha expresado en la elección del
14A votando por H. Capriles, como en la otra punta de la sociedad
el pueblo venezolano en mayoría se concentró en elegir a Nicolás
Maduro como Presidente. Error sería no ver esta condición
concreta del curso, tanto como pretender arreglar por debajo de la
mesa con esta condición, de la cual aprovecha Capriles, en su
papel de “componedor”, sin aparecer como anti chapista,
como sí lo hizo en otras etapas. La fuerza de Capriles, o quien
sea, no le es propia, sino prestada desde la condición concreta de
una “etapa de transición”. Así fue como el sistema
capitalista debió derrotar hace trescientos años, por todas las
vías, - que incluyó guerras y eliminación de sus enemigos del
feudalismo -, para imponer la revolución burguesa del Siglo XVIII,
de la misma forma y contenido, la lucha por el socialismo
bolivariano, del Siglo XXI o como se lo denomine (aunque siga siendo
único en su definición de clase histórica), deberá encarar, desde
ahora mismo, una política para resolver esta disyuntiva.
El
proceso cívico-militar bolivariano, como escribimos el 4F de 1992,
no surge como producto del avance revolucionario en la historia, sino
de un sinceramiento de un curso en que había que eliminar las
trabas que significaba la concepción burocrática, parasitaria, de
una capa social y una capa de dirección
con lazos concretos con el pasado del sistema capitalista. Nos
estamos refiriendo a la URSS y el mal llamado “campo socialista”.
La revolución Bolivariana se plantea avanzar por sobre aquel curso,
que en la forma, aparecía como un retroceso y “desaparición”
del socialismo y el
Estado Obrero, lo que calificamos como “solo
un desvío transitorio”.
Un asunto que hoy resulta claro, a 21 años de su gesta.
Esta
elección en Venezuela, sin Hugo Chávez, luego de 17 elecciones
anteriores, expresa más la necesidad y contradicciones que se han
venido arrastrando que una debilidad estructural de la revolución.
Hay que tener en cuenta el enorme valor social y político que
tiene el 51 % electoral a Maduro y el Polo Patriótico. Donde
pesó “la soledad de las urnas” (ver documento de febrero
de 1990, “Las Elecciones en Nicaragua, y la soledad de la
urnas”). En este 51 % se expresa la fuerza enorme de
construcción social de la conciencia de masas, una argamasa de
todas las capas sociales, en particular de los que son la fuerza
de trabajo en que se apoya el país. Tanto y también en
la declaración de las Fuerzas Armadas Bolivarianas en defensa de la
patria Socialista, garantía necesaria y observancia institucional
al válido 51 %.
EL PAPEL DE LA
JUVENTUD EN ESTA ETAPA DE LA HISTORIA
Algunas jornadas atrás,
en Argentina, apareció con fuerza inmensa el papel de los jóvenes,
que derrotando todo individualismo propio del sistema capitalista,
desarrollaron trabajos voluntarios solidarios que humanamente
compensaron a los miles de damnificados por las inundaciones en la
Plata, producidas por la pasividad e incapacidad del sistema para
prever catástrofes, la que se llevó más de medio centenar de
vidas, junto a decenas de miles que perdieron todo sus bienes,
especialmente la sensación concreta de que, hasta hace poco años,
existía un Estado ausente, no por imposibilidad de
actuar, sino por aplicación de una política neoliberal, privatista
e individualista feroz, donde el ser humano era solo un número que
contabiliza pérdidas y ganancias. Esto es capitalismo, ni malo ni
bueno, sino una sociedad dividida en clases, una forma de
organización social, no solo económica.
En Venezuela, hace unas
horas, han votado en su inmensa mayoría, millones de jóvenes por
la “patria socialista”, por el Programa de La Patria, por
los Cinco Puntos que planteara Hugo Chávez para la elección del 7
de octubre de 2012. Como otro sector, reducido en número y
proyección social, votó por Capriles y la vuelta al pasado. En
ambos casos se trata de “jóvenes” que forman parte del tejido
social en permanente construcción y reconstrucción, pero con
diferente, distinto papel en el desarrollo económico y productivo
del país. Mientras que los jóvenes de la clase trabajadora son los
que construyen el país, otro minoritario sector forma parte de los
que usufructúan del país, de los primeros.
La revolución
bolivariana con Hugo Chávez, incorporó a millones de jóvenes como
estudiantes en todos los niveles, rompiendo la barrera del
analfabetismo. Cientos de miles son estudiantes de niveles
secundarios y universitarios. La exclusiva Universidad Central de
Venezuela, pasó de ser un centro de la política de los partidos y
movimientos de izquierda, antes del proceso conducido por Chávez,
a ser cueva donde se alojan sectores reaccionarios, capitaneando
políticas contrarrevolucionarias. Un proceso no exclusivo de
Venezuela, sino parte de la crisis mundial del sistema capitalista
que, segregando capas jóvenes de la sociedad, las divide,
apoyándose en el interés individual, no colectivo, social. Sobre
el estudiantado el sistema ejerce presión a partir de la misma
forma en que se organiza y desarrolla el estudio y la proyección
“laboral”.
La revolución debe
evaluar, en nuestra opinión, esta realidad social objetiva que se
procesa en capas de la clase media, media y baja (la clase alta va
a estudiar a los EEUU, Inglaterra o Francia) para incorporarlas a
la perspectiva del desarrollo del Estado Revolucionario y su
proyección socialista. En los países capitalistas clásicos el
estudiante-profesional, en perspectiva, ve como salida laboral a los
centros mundiales del capitalismo imperialista. No se “recibió”
profesionalmente para ser una parte del engranaje social en
construcción, sino para “alcanzar el éxito” individual
que estimula el sistema desde que logra alcanzar el tan ansiado
“ingreso a la facu”, dividiendo cabeza entre trabajador
manual y el “intelectualidad profesional”. Para estos
sectores significa “crecer”, aunque esta concepción,
para el país que produce el PBI, que crea la Renta, resulta
negativita en función de una profesión que termina formando parte
del aparato de explotación de los trabajadores.
La juventud en el
mundo, los “indignados”, etcétera, han abierto espacios
de desarrollo en un sentido socialmente opuesto a esta función. A
su vez, a estos sectores de la sociedad, que han nacido y viven en
el mundo creado por el capitalismo, es necesario proponerles otras
perspectivas para su desarrollo. Construir el puente que los una a
las necesidades del país con sus urgencias personales, las que no
siempre no son negativas o contrapuestas al interés común. La
experiencia de los Estados Obrero, la Unión Soviética, tanto como
de Cuba, China, Corea, Vietnam etc. - a pesar de las
contradicciones que generaron o generan la políticas burocráticas
-, mostraron lo inmensamente superior de su educación-organización
social. Es por esta razón que el sistema capitalista, a la caída de
las burocracias de los ex Estados obreros, chupó a una enorme
cantidad de profesionales, científicos, etcétera, formados en
aquellos países.
Lo mejor de la
juventud, los que buscan participar y decidir social y políticamente,
han votado la continuidad del curso bolivariano, socialista,
chapista, en Venezuela, como también es un reaseguro para la
dirección revolucionaria saber incorporar a toda una enorme
franja social al poder de decisión de la revolución.
VENEZUELA
BOLIVARIANA CON MADURO Y LATINOAMERICA:
Apoyamos absoluta,
totalmente, la línea del discurso del camarada Nicolás Maduro
cuando anuncia su triunfo electoral con el 50,66 %. Ni un
paso atrás en nada ni por nadie. Tanto como vemos,
proponemos, que la revolución, el chavismo honesto de masas,
debe revaluar a su interior la política que le de contenido
socialmente profundo y maduro en lo que hace a la alianza
cívico-militar, el papel de los sindicatos, movimientos sociales,
culturales, deportivos etcétera. Así también al papel que le cabe
a la revolución Bolivariana y Socialista en el curso de Integración
Regional, en el UNASUR, el CELAC, el ALBA, el Banco del Sur,
etcétera.
Venezuela bolivariana,
acompañada de América latina y por gran parte del mundo se ha
planteado, se propone, continuar la revolución y la lucha por la
construcción del socialismo. El resultado electoral es un triunfo
numérico como también un reflejo directo de lo que es necesario
cambiar, profundizar, en lo que hace a la aplicación del Plan y
Programa Patria. También abrir compuertas a ese enorme embalse de
amor revolucionario de millones de venezolan@s que despidieron al
Comandante, camarada, Hugo Chávez. Los mismos que luego fueron
capaces de derrotar a la derecha oportunista coaligada y mediática,
encabezada por Capriles. Fuerza humana, social y política que
desde hace 14 años forma la realidad venezolana revolucionaria, la
que se replantea, en síntesis y proyección a la vez, lo que
significa la historia de la lucha de clases, los levantamientos
militares nacionalistas antiimperialistas, socialistas, que han
sido y son la base de esta Venezuela Bolivariana y Socialista.
El mensajes de saludos,
respaldo institucional a Nicolás Maduro, Presidente electo en
ejercicio, que masivamente envían Gobiernos democráticos,
progresistas nacionales y populares de América latina y el mundo,
forma parte y es una expresión del frente único en defensa del
derecho a la vida y el progreso social, en defensa del progreso de
la historia. En la vereda de enfrente está la derecha conservadora,
apátrida, sometida al interés financiero de clase explotadora de
trasnacionales y poder imperialista.
El triunfo
constitucional de un obrero, el camarada Nicolás Maduro, desde la
Presidencia de la República Bolivariana de Venezuela, es un nuevo
capítulo del curso nacionalista antiimperialista, tanto como de la
alianza de los trabajadores y Fuerzas Armadas, en la construcción
de la nueva sociedad socialista, como planteara Hugo Chávez y lo
ratifica Nicolás Maduro.
Profundizar el curso
con el Programa de La Patria, los Cinco Puntos, en la lucha
por la construcción del Socialismo bolivariano, revolucionario,
significa hoy, ahora, defender la conquista del pueblo venezolano,
latinoamericano, del mundo, en todos los frentes que se presente o
sea necesario intervenir. El imperialismo, sus socios y lacayos, van
a intentar desestabilizar Venezuela y también América latina,
como se expresó claramente en la reciente reunión de la derecha
fascista mundial en la ciudad de Rosario (Argentina).
El sistema capitalista
siente que va perdiendo su ex “patrio trasero”, que es la
forma en como ellos ven, sienten y explotan a la América Latina,
una región que insurgente, lucha por la II ª Independencia,
con la intervención y movilización de los pueblos y gobiernos
nacionales y populares.
El
Presidente eterno de Venezuela Bolivariana, camarada Hugo Chávez,
“sembró el socialismo en América latina…”
expresamos hace algunas semanas en “Conclusiones”
N º 28. Bandera de amor, paz e igualdad social, del Socialismo, que
se continúa en su pensamiento, como en el camarada Nicolás
Maduro, primer Presidente obrero de Venezuela Bolivariana y
Socialista.
No volverán! No
pasaran!
15
de abril de 2013, hora 10 a m.
(1)
Ver Ediciones CONCLUSIONES- Editorial Ciencia, Cultura y Política
(2)
Programa Patria
- Grandes Objetivos Históricos, objetivos nacionales, estratégicos y generales:
excelente
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