Editorial
Límites del
“capitalismo bueno”: hora del proyecto socialista para
Uruguay
En
Uruguay en gran medida están siendo jóvenes los que potencian las
organizaciones sindicales. Las del comercio y los servicios, los
sindicatos de la educación y la construcción, etc.; asimismo, las
organizaciones gremiales extienden su organización a sectores antes
vedados como trabajadores rurales y policías. Sectores dinámicos de
la sociedad se vienen volcando a la organización de clase,
participando en movilizaciones o reafirman los instrumentos de clase
votando en elecciones sindicales, como en el caso del Sunca.
La
lucha social de clases se coloca en el centro de las decisiones. No
es una novedad en el Uruguay, ya en 1968 Posadas analizó la rebelión
social de la población. Lo distinto hoy, es que el mundo ha cambiado
y el Frente Amplio ejerce un Poder Ejecutivo que cuenta con mayoría
en el Parlamento. El Frente caminó desde su origen unido a la clase
trabajadora: “El Frente lo que hizo fue recoger las ideas del
pueblo: son las de la CNT, las de las agrupaciones políticas que
integran el Frente”. (Discurso del 26 de marzo de 1971).
Con
motivo de la movilización del PIT
CNT del 25 de julio
pasado, el dirigente de la
Untmra y coordinador
de la Central sindical, Marcelo Abdala, dirigió una carta a los
frenteamplistas donde se expresa
“La
movilización popular es un estímulo a las transformaciones. Sólo
representa un palo en la rueda para el capital financiero. Para el
proceso de los cambios, que nuestro pueblo necesita, la movilización
es, por el contrario, un acelerador, el aporte insustituible del
movimiento popular organizado a ese proceso”.
Los
trabajadores organizados hacen funcionar al país, también pueden
paralizarlo. A las movilizaciones y
medidas de los sindicatos de la Educación se suma el comienzo
de acciones en Salud Pública. A diferencia de la posición adoptada
ante las movilizaciones sociales en el Brasil por Dilma y Lula, el
Gobierno de José Mujica tiende a cerrarse sobre sí mismo, más allá
del pedido de disculpas del Presidente a los maestros.
El
proceso nacional necesita que los sindicatos y la central obrera
intervengan en las decisiones de Gobierno. Cuando no lo hace la clase
trabajadora las decisiones se adoptan bajo presión y chantajes de
los instrumentos del sistema (partidos, cámaras, medios de difusión,
etc.). Sin embargo, la política de presión política y
parlamentaria que lleva adelante el movimiento obrero y popular
muestra sus límites, nuevamente.
El
proceso social puja por sobrepasar límites políticos,
programáticos, autoimpuestos por la conducción del Frente Amplio.
No ponemos en duda que el país ya optó por seguir probando al
Frente Amplio. La sociedad nacional resulta ingobernable para otros.
De ahí que la discusión se concentra no ya si Tabaré será
reelecto, sino en la política que se aplica hoy y la que se aplicará
mañana.
El
Gobierno procuró un acuerdo político con la oposición que el mismo
Mujica descalificó (Fuimos
estúpidamente generosos, afirmó).
Pero mantuvieron sus espacios en los Entes del Estado. La estrategia
del Frente Grande que
el POR
combatió casi solitariamente -Gobierno
del Frente Amplio 100 %,
dijimos- fue un fracaso estrepitoso.
Afirmamos
que es necesario que los sindicatos y el PIT CNT exijan tener
representación en los Directorios de los Entes del Estado, incluidos
el MGAP, el INAC, etc.; en estas últimas instituciones es donde se
sueldan alianzas con la Asociación y la Federación Rural. Los
límites del Frente Amplio y su Gobierno sólo serán sobrepasados
con la transformación en composición de clase de su conducción. La
crisis planteada no es de retroceso, sino por la construcción de una
dirección de clase y revolucionaria.
Los
sindicatos deberían elevar sus planteos en esta perspectiva. Para
avanzar hacia salarios y jubilaciones vitales se necesita enfrentar
al sistema capitalista, tanto política como programáticamente. Es
necesario no sólo proponer impuestos a la concentración del
capital, de la renta, de la propiedad, sino avanzar en la aplicación
del programa original del FA que propone nacionalizaciones,
estatizaciones. Las más evidentes, la del Comercio exterior y la
industria frigorífica.
El
Frente, el Gobierno, requieren de la misma “renovación
profunda” de que habla Lula da Silva, y “al que le sirva
el sayo que se lo ponga”. A nuestra fuerza política le cae que
ni de medida. Se está tocando el límite del “capitalismo bueno”,
no basta con la intención de regular el sistema, es necesario ir
creando, construyendo las bases para salir del mismo desde ahora.
Las bases programáticas que serán presentadas en el próximo
Congreso del FA para su discusión y aprobación, el debate que
precederá al Congreso es una oportunidad para comenzar a
transitar este camino.
2/08/13
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